Nuevos estudios sugieren que la vida podría florecer en alguno de los multiversos creados a partir del Big Bang.
Adelantarse en la detección de rocas del espacio es la clave para evitar daños como los de Tunguska.
La gravedad colectiva podría explicar las órbitas extrañas de los objetos al borde del Sistema Solar sin necesidad de un misterioso planeta