Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre: "Quién sabe cómo atacarían y si podríamos defendernos. El miedo se impuso." Astrocápsula del blog de la FAAE
Cristina Recio
30 September 2025
27 de enero de 1967. Estamos en plena Guerra Fría. Representantes de los EEUU, la Unión Soviética y Gran Bretaña firman bajo el auspicio de las Naciones Unidas, simultáneamente desde sus capitales respectivas, un documento sin precedente: el Tratado sobre el espacio ultraterrestre. Rápidamente, otros países siguen el movimiento y en 2025, 117 países lo han ratificado.
En el tratado se pretendía, entre sus principios fundamentales, evitar que cualquiera de las misiones Apolo y futuras en el Sistema Solar pudieran poner en peligro a la Tierra por contaminación biológica si traíamos de vuelta microorganismos provenientes del espacio exterior.
Doce astronautas caminaron sobre la superficie de la Luna entre 1969 y 1972. Tras su vuelta, los del Apolo 11, 12 y 14 permanecieron en el laboratorio de recepción lunar de máxima seguridad construido en el Johnson Space Center en Houston para mantener a los astronautas y las muestras trasladadas al planeta en rigurosa cuarentena y aislamiento para que ningún patógeno pusiera en jaque a la Tierra. Con las misiones posteriores, ya sabiendo que la Luna era inerte, no se practicó el confinamiento.
Pero… ¿qué ocurrió en sentido contrario? ¿Fuimos igual de rigurosos al proteger el entorno que nos disponíamos a explorar?
Desde el famoso retrorreflector que colocó Aldrin, seis banderas con sus mástiles, instrumentos, rollos de película, doce pares de botas, herramientas, cámaras, una escultura de Paul Van en homenaje a los astronautas caídos, dos pelotas de golf y así hasta más de 700 objetos se abandonaron en la Luna durante el programa Apolo que salieron de la Tierra sin un protocolo de defensa planetaria, recubiertos de microorganismos terrestres. A esto hay que añadir las 96 bolsas de orina y heces que los astronautas tuvieron que dejar allí para aligerar peso. Sin protección alguna, llevamos vida terrestre a la Luna.
Cincuenta años después, la preocupación es la contraria...
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