Los datos de la sonda Gaia han permitido ver el movimiento el irregular de estrellas a causa de una colisión de hace entre 300 y 900 millones de años.
20 September 2018 | Fuente: Universidad de Barcelona
La Vía Láctea parece haber sufrido en el movimiento de sus estrellas las consecuencias del cruce con la galaxia de Sagitario . Eso es lo que proponen un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona y de la Universidad de Groninga, liderado por Teresa Antoja, tras analizar los datos del satélite Gaia de la ESA. El hallazgo, surgido al combinar las posiciones y las velocidades de seis millones de estrellas del disco de nuestra galaxia, se ha publicado en la revista Nature.
«Hemos observado formas con distintas morfologías, como una espiral similar a una concha de caracol. La existencia de estas subestructuras se ha observado por primera vez gracias a la precisión sin precedentes de los datos aportados por el satélite Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA)», explicaba Teresa Antoja. «Estas subestructuras —añade—, permiten concluir que el disco de nuestra galaxia sufrió una importante perturbación gravitacional hace entre 300 y 900 millones de años». Este es uno de los primeros grandes descubrimientos de arqueología galáctica que deben permitir averiguar el origen y la evolución de la Vía Láctea.
¿Pero qué provocó esta perturbación? Para obtener una respuesta se ha comparado con los modelos dinámicos la estructura y el grado de retorcimiento de la espiral mencionada. Como explican las investigadoras, ello ha permitido formular la hipótesis de que la perturbación se debió al último paso de la galaxia de Sagitario cerca del disco de la Vía Láctea.
«El trabajo establece, de forma definitiva, que el disco de nuestra galaxia es dinámicamente joven, sensible a las perturbaciones y cambiante en el tiempo», afirma Teresa Antoja. «Una de las formas más destacables que hemos observado —continúa la investigadora— es el patrón espiral que muestran las estrellas situadas cerca del Sol, y que nunca hasta ahora se había visto».
Del mismo modo que al dejar caer una piedra en un estanque formamos ondas que se propagan en la superficie, o que cuando acercamos un imán a un pliego de limaduras de hierro, estas se ordenan y se alinean en una determinada dirección, las estrellas del disco galáctico se ordenan respondiendo a la atracción gravitatoria de una galaxia satélite que pasa cerca de ellas. Transcurrido el tiempo, las estrellas conservan en su movimiento orbital efectos de la perturbación que las sacudió, y que ahora se observa como una espiral en las gráficas.
Según Amina Helmi, investigadora de la Universidad de Groninga, «sabemos que nuestra galaxia es “caníbal”, y que ha ido creciendo al engullir pequeñas galaxias, como está haciendo actualmente con la galaxia de Sagitario». No obstante, precisa la experta, «la masa de Sagitario todavía es suficientemente grande como para provocar un impacto gravitatorio apreciable». Lo que ahora vemos no responde a un choque entre las dos galaxias, sino a un acercamiento de la galaxia de Sagitario al disco galáctico.
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