ARQUEOASTRONOMÍA

Augusto: Astronomía y poder en Roma para forjar un imperio

Augusto, primer emperador de Roma y nacido en un equinoccio de septiembre (23/09/63 a.C), utilizó imágenes astronómicas para su propaganda política.

Andrea Rodríguez Antón

23 septiembre 2020

A pesar de que una pandemia tiene a medio mundo paralizado y atemorizado, afortunadamente la Tierra ha seguido su camino alrededor del sol indiferente a la microscópica amenaza y un año más pasará por el punto de su órbita conocido como ecuador celeste. Cuando esto sucede se producen los equinoccios, momentos que dan paso a una nueva estación y que suceden dos veces al año: alrededor del 21 de septiembre y del 21 de marzo. En el hemisferio norte, con el equinoccio de septiembre comienza el otoño y en el de marzo la primavera. En el hemisferio sur sucede al contrario. Esto se debe a la inclinación del eje de rotación de la Tierra respecto al sol, que hace que nuestro planeta no reciba la misma cantidad de luz solar en los dos hemisferios a la vez, de modo que cuando en el sur comienza la primavera en el norte sacamos la ropa de “entretiempo” porque empieza a refrescar.  

Desde la Tierra, el sol tiene un movimiento aparente que hace que no siempre salga por el mismo punto del horizonte a lo largo del año. En los equinoccios, si el horizonte es plano el sol sale por el punto cardinal este y el día dura lo mismo que la noche, de ahí su nombre aequus nocte (noche igual). Tanto los equinoccios como los solsticios son fácilmente predecibles y tradicionalmente han indicado momentos de transición y cambios de estación, que han ido acompañados de atributos mágico-religiosos y un sinfín de rituales y festividades.

¡Ojo! Como digo, los cambios de posición del sol son un efecto que vemos desde la Tierra como consecuencia de nuestro movimiento alrededor de esta estrella. ¡No al revés! 

En 2020 el equinoccio de septiembre se produjo el 22 de septiembre a las 13:130 UT (Tiempo Universal), que equivale a las 14:30 en La Orotava (Tenerife) y las 15:30 en Emerita Augusta (Badajoz).

Sí, hace siglos que Emerita Augusta se llama Mérida, y que ya no es la capital de la provincia romana de la Lusitania, sino la de Extremadura (España). Pero es que este artículo va de romanos. Y no de romanos vulgares, sino de Cayo Octavio Turino sobrino nieto del mismísimo Julio César, quien le adopta y pasa a ser Cayo Julio César Octaviano y que finalmente se convierte en el primer emperador de Roma tras derrotar a Marco Antonio (el de Cleopatra) con el nada ostentoso nombre de Imperator Caesar Augustus, Augusto para los amigos. 

Augusto y el equinoccioEstatua de Augusto de Prima Porta. En su armadura hay representaciones de grandes hazañas y dioses romanos. En uno de esos relieves aparece Apolo, dios solar, con quien se identifica el propio emperador.  Museos Vaticanos, Toma.

Augusto, Emerita Augusta... Pues sí, Mérida se llamaba Emerita porque se construyó para asentar a los soldados licenciados (eméritos) de las legiones que habían combatido en las guerras cántabras, y se apellida Augusta porque se fundó en el año 25 antes de nuestra era por orden de Augusto.

¿Y por qué hablo de los equinoccios y luego salgo con Augusto? No es que sienta especial simpatía por este despótico personaje, pero nació un 23 de septiembre del año 63 antes de nuestra era, coincidiendo con el equinoccio de otoño en el hemisferio norte, así que me pareció oportuno hacerle un breve repaso en su cumpleaños.

Como dije, Augusto marca un punto de inflexión en la política romana, pues con su ascenso al poder en el año 27 antes de nuestra era puso fin a unos 400 años de república e inauguró una etapa autocrática que se extendería casi 500 años más: el archiconocido Imperio romano. 

Los cambios de régimen nunca fueron fáciles y más si consisten en la concentración del poder en una sola persona. Hay que ganarse la simpatía del pueblo para que acepten tal robo de libertades básicas, y para ello hace falta una enorme y engrasada maquinaria propagandística. 

Recursos ampliamente aplicados en política a lo largo de la historia y hasta nuestros días son la autoproclamación de los gobernantes como defensores de los verdaderos valores tradicionales de su pueblo (que casi siempre son los del propio líder), y la otra estrategia es dotar a los mandatarios con atributos divinos.

Augusto recurrió a todos ellos. Entre otras medidas, promulgó unas leyes muy restrictivas, las Leyes Julias, con las que pretendía imponer en la sociedad romana la “estricta moralidad” de los inicios de Roma. Un clásico. Pero para ganarse el ¿respeto? del pueblo necesitaba crear una imagen imponente y poderosa, para lo que contaba con la asistencia de escritores como Horacio, Virgilio o Manilio, que le describieron como una estrella caída al mundo, el mayor legislador en la tierra y en el cielo y que narraron las gestas del emperador con la imparcialidad del gabinete de prensa de Kim Jong-un.

Pero más allá de las palabras, y continuando con una práctica milenaria around the world, Augusto asimiló una serie de símbolos astrológicos que le aportarían el halo de divinidad necesario para dominar sin tapujos. Entre ellos Libra y Capricornio, las constelaciones que albergaban al sol el 23 de septiembre y en el solsticio de invierno hace 2000 años, respectivamente. 

Aunque el Dies Natalis Augustus fue un 23 de septiembre, cuando el sol estaba en Libra, hizo público que su signo era Capricornio tras consultar al astrólogo Teógenes. Esto no es casual ni responde a una predilección de este personaje por las cabras, sino a que Capricornio es la constelación en la que estaba el sol en época romana en el momento en el que empieza el invierno y los días empiezan a alargarse: el solsticio de invierno, alrededor del 21 de diciembre en el hemisferio norte. Y esta “vuelta a la luz” tras el solsticio, representada por Capricornio, se usó como metáfora de su ascenso al poder, que devolvería a Roma la gloria y grandeza perdidas durante los siglos precedentes.

Estos símbolos se plasmaron en monedas, joyas, monumentos y en uno de los vehículos más importantes de expansión de la cultura romana: sus ciudades. Durante el mandato de Augusto se fundaron y refundaron cientos de ciudades en las diferentes provincias romanas en un intento de manifestar el poder de Roma en los territorios bajo su dominio y, como elemento cultural que son, su diseño contenía un simbolismo que también sirvió como herramienta de propaganda imperial. En concreto a través de la orientación de las calles principales, el cardo y el decumano, hacia la salida del sol en días concretos.

Augusto y el equinoccioDenario romano (18-16 antes de nuestra era) de Augusto con Capricornio en una de sus caras.

Stella Vittoria Bertarione (arqueóloga del Valle d’Aosta) y Giulio Magli (Politecnico di Milano) hallaron en el cardo máximo de Augusta Praetoria Slassorum (actual Aosta, en Italia) una orientación a la salida del sol en el solsticio de invierno. Pocos años después, el equipo formado por A. César González-García (Instituto de Ciencias del Patrimonio-CSIC), David Espinosa Espinosa y Marco García Quintela de la Universidad de Santiago de Compostela, Juan Antonio Belmonte (Instituto de Astrofísica de Canarias) y yo misma analizamos la orientación de 64 ciudades romanas fundadas o reformadas en época de Augusto en la Península Ibérica, Francia, Alemania, Suiza y el norte de África y encontramos que la tendencia en la  orientación de sus calles principales coincide con la salida del sol en los equinoccios y los solsticios, sobre todo el de invierno.

La orientación equinoccial puede explicarse por la fecha en que Augusto vino al mundo, un 23 de septiembre. La del solsticio de invierno estaría motivada por la misma razón por la que que se asimiló Capricornio: por ser este el momento a partir del cual los días empiezan a ser más largos, comienza la “vuelta a la luz”. El uso del solsticio sería una metáfora de su ascenso al poder como emperador y garante de una nueva era que sacaría a Roma, “ciudad de ladrillo”, de la oscuridad y la convertiría en una victoriosa ciudad de mármol. 

El hecho de que dos importantes fechas relacionadas con el culto imperial se insertaran en el diseño de las ciudades, provocando fenómenos de iluminación en sus calles que pondrían de manifiesto la divinidad y poder del emperador en días específicos, no es trivial. La politización de la astronomía y su aplicación en la arquitectura y el urbanismo han sido prácticas comunes de ostentación del poder por los siglos de los siglos y, en este caso, responden a la necesidad de crear un nuevo lenguaje visual para un nuevo orden, anclado al orden divino del cosmos.

Augusto y el equinoccioAugusto cómo Pontifex Maximus, la máxima autoridad religiosa del estado romano, cargo que también ostentó.

En la era del selfie somos bombardeados constantemente con imágenes que nos conmueven, nos generan deseos y manipulan nuestras opiniones y preferencias políticas y de consumo. Muchas veces con más eficacia que las propias palabras. En la antigua Roma, a falta de televisión y redes sociales, las monedas, las esculturas, la arquitectura y el urbanismo, todos acompañados de simbología astronómica, sirvieron para transmitir una imagen para enaltecer al emperador, transmitir sus valores, justificar sus actos y divinizarlo.

Una imagen vale más que mil palabras, y combinada con el poder que confieren los eventos y símbolos celestes, son varias miles de palabras más.

Felicidades Augusto. Y para todos y todas, ¡Feliz equinoccio y que la nueva estación nos traiga buenos momentos! 



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