El prototipo del satélite BlueWalker 3 muestra que es uno de los más brillantes del cielo, eclipsando a todas las estrellas excepto a las más brillantes.
26 October 2023 | Fuente: CPS / IAU
Las grandes constelaciones de brillantes satélites artificiales en órbita terrestre baja (LEO) plantean importantes retos a la astronomía terrestre. Nos referimos a varias empresas que están planeando "constelaciones" de satélites, es decir, grupos de cientos de satélites que pueden ofrecer servicios móviles o de banda ancha en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, estos satélites tienen que estar en órbita terrestre baja y pueden ser relativamente grandes, por lo que su potencial para perturbar las observaciones del cielo nocturno es motivo de preocupación. Los megasatélites de las constelaciones en órbita actuales tienen brillos de entre magnitudes aparentes 4 y 6, mientras que en la banda Ks del infrarrojo cercano pueden alcanzar la magnitud 22.
Esta acumulación prevista de constelaciones con cientos de miles de nuevos objetos brillantes hará que los telescopios terrestres necesiten estrategias activas de seguimiento y evasión de satélites. Es por ello que los astrónomos han expresado su preocupación por el hecho de que, sin medidas paliativas, los grupos de grandes satélites podrían perturbar nuestra capacidad para observar las estrellas desde la Tierra y realizar radioastronomía.
Sobre este tema, desde turismodeestrellas.com ya analizamos el artículo de la doctora en astrofísica Antonia Varela en la revista Science donde manifestaba que la contaminación lumínica está aumentando en todo el mundo a una tasa estimada de 9,6% por año, lo que reduce la oscuridad en todas partes, incluso en los lugares de observación más remotos.
En su paper, Varela explicaba que los crecientes niveles de contaminación lumínica producidos por el resplandor de la luz artificial nocturna (ALAN) están borrando las estrellas de nuestros cielos. A ello, se suma otro riesgo potencial para los radiotelescopios terrestres: las emisiones de radio.
Un equipo internacional de científicos dirigido por astrónomos del Centro de la IAU para la Protección del Cielo Oscuro y Silencioso frente a las Interferencias de Constelaciones de Satélites (CPS, copatrocinado por el NOIRLab de la NSF y el SKAO) y que incluye a investigadores del Imperial College de Londres, ha publicado un artículo en Nature en el que evalúa el impacto detallado del prototipo de satélite BlueWalker 3 en la astronomía.
BlueWalker 3 fue puesto en órbita baja el 10 de septiembre de 2022 por AST SpaceMobile, como prototipo de una constelación prevista de más de cien satélites similares destinados a las comunicaciones móviles. Las observaciones realizadas pocas semanas después del lanzamiento mostraron que el satélite se encontraba entre los objetos más brillantes del cielo.
Sin embargo, para comprender mejor sus efectos en la astronomía, el CPS inició una campaña internacional de observación. Como parte de esta iniciativa, se aportaron observaciones tanto profesionales como de aficionados de todo el mundo, desde emplazamientos en Chile, EE.UU., México, Aotearoa Nueva Zelanda, Países Bajos y Marruecos.
Al documentar la luminosidad de BlueWalker 3 durante un periodo de 130 días, los datos recién publicados muestran un aumento abrupto que coincide con el despliegue completo del conjunto de antenas, que con 64 metros cuadrados es el mayor sistema de antenas comerciales jamás desplegado en órbita terrestre baja.
Además de las observaciones visibles, el BlueWalker 3 también podría interferir con la radioastronomía, ya que utiliza longitudes de onda cercanas a aquellas en las que observan los radiotelescopios. Aunque algunos telescopios están situados dentro de zonas designadas de silencio radioeléctrico, las restricciones vigentes para preservar estas áreas sólo se aplican actualmente a los transmisores terrestres, por lo que no están necesariamente protegidos de la transmisión por satélite.
Las observaciones de BlueWalker 3 continuarán, y los astrónomos tienen previsto observar su emisión térmica a finales de este año. Conocer la posición de los satélites es importante para que los astrónomos puedan intentar evitarlos o, al menos, saber dónde aparecerán en los datos. Sin embargo, mitigar el brillo es difícil más allá de enmascarar su posición y perder los datos de esa porción del cielo.