Repasamos el papel femenino en la astronomía y la carrera aeroespacial.
11 February 2019
El 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Pese a que el panorama va cambiando lentamente, la presencia de mujeres en ciertas áreas científicas, como la física y las ingenierías, es muy inferior a la de los hombres. La astronomía no es una excepción. Por eso hemos querido volver a hablar de ELLAS, las mujeres que han conseguido abrirse un hueco (en ocasiones muy pequeño) en la historia de la astronomía y los avances aeroespaciales.
Se habla de que el número de astrónomos astrónomos reconocidos a lo largo del tiempo ronda las 2000. No son muchos. ¿Pero cuánto de ellos son mujeres? La respuesta es es muy ilustrativa de la realidad femenina, porque el número de mujeres que han tenido la posibilidad de escribir su nombre en las páginas de la historia de la astronomía apenas llega a veinte.
Nombres de astrónomas como Hipatia de Alejandría (la más conocida gracias a la película Ágora), Fátima de Madrid, María Wilckelmann, Caroline Herschel, Nicole-Reine Lepaute, María Mitchell, Henrietta Leavitt, Cecilia Payne, o físicas como Margaret Geller o Jocellyn Bell entre otras muchas, han quedado supeditadas a las figuras masculinas que las han acompañado, en el mejor de los casos, o directamente olvidadas en los libros de astronomía. ¿Por qué? ¿Son los descubrimientos de las astrónomas menos importantes que los de los hombres? Hablamos del hallazgo de millones de estrellas, de la creación del astrolabio, la variación de las Cefeidas, la temporalidad del paso del cometa Halley, la composición de hidrógeno de las estrellas, el descubrimiento de Urano (parece que era Caroline Herschel quien miraba por el telescopio aunque su hermano William lo registrase), el de los púlsares... Y tantos más que la lista es abrumadora.
En cuanto a la carrera aeroespacial el panorama no es mucho más halagüeño. De los alrededor de 550 astronautas de la historia, tan sólo 58 han sido mujeres y éstas siempre han sido etiquetadas, además de por su género, por aspectos como su condición sexual, su procedencia o su edad, antes que por su currículum o sus logros profesionales.
Poco más de cincuenta años han transcurrido entre que las primeras cosmonautas rusas perdieran la vida mientras servían a modo de ‘experimento’ antes de enviar a un hombre al espacio (Yuri Gagarin) y que las actuales mujeres astronautas deban optar, en la mayoría de los casos, por interrumpir a base de pastillas su ciclo menstrual porque los trajes espaciales, al igual que las naves, aún no están adaptados para las necesidades femeninas, pese al meteórico desarrollo que tiene la industria aeroespacial.
Por eso, la celebración del día de la mujer en la ciencia es tan importante, para que esas niñas que aman la física, la ingeniería, la biología o la astronomía puedan alcanzar sus sueños y, con trabajo duro, dejar su huella en la historia de la ciencia y ser reconocidas por ello.
Aunque, tal y como dijo la brillante astrónoma Vera Rubin, quien pese a sus revolucionarios descubrimientos falleció recientemente sin haber recibido el merecido Nóbel, "la igualdad es tan elusiva como la materia oscura".