Destinos
Mirar las estrellas también es hacer turismo
El astroturismo, antes considerado una rareza, se ha convertido en una forma de viajar sostenible, silenciosa e inspiradora que pone en valor los cielos.
El Día Mundial del Turismo ha pasado, sí, pero hay una tendencia que lo trasciende: cada vez más personas viajan no para consumir territorio, sino para contemplarlo... incluso levantando la vista hasta las estrellas. Porque el cielo, además de parte fundamental del paisaje que conforma un territorio, también es parte de su cultura, de su patrimonio y de sus atractivos. Así, el astroturismo, antes considerado una rareza, se ha convertido en una forma de viajar sostenible, silenciosa e inspiradora que pone en valor los cielos limpios, la naturaleza y las pequeñas comunidades rurales.
Y los datos son tan elocuentes como las estrellas: según la Fundación Starlight, las solicitudes de certificaciones relacionadas con la protección del cielo nocturno han aumentado un 300 % en los últimos cinco años, una tendencia que no deja de acelerarse.
A esta fiebre cósmica se suma el turismo anticipado: la plataforma Airbnb ha registrado un aumento del 830 % en las búsquedas de alojamientos situados en municipios que estarán en la trayectoria del eclipse solar de 2026, una cifra que habla por sí sola del deseo de vivir experiencias astronómicas únicas.
Imagen bajo licencia Depositphotos Pero sin cielo no hay astroturismoDurante miles de años, el cielo estrellado ha sido brújula, calendario, inspiración y guía espiritual. Forma parte de nuestro patrimonio natural y cultural, y sin embargo, hoy corre el riesgo de convertirse en un recuerdo lejano. En un mundo que protege océanos, bosques y humedales frente a la contaminación, ¿por qué no proteger también la noche?¿Por qué no reconocer que el derecho a ver las estrellas debería contemplarse como un derecho universal?
Bajo esta premisa, mientras el mundo celebraba el Día Mundial del Turismo, la iniciativa ODS18: Calidad del cielo nocturno y acceso a la luz de las estrellas nos animaba a sumar el cielo a la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda2030 de la ONU. Porque mirar hacia arriba también es mirar hacia el futuro.
Esta propuesta conecta directamente con es tendencia imparable que es el turismo de estrellas. Y pide a ciudadanos, colectivos, administraciones y organismos públicos y privados que apuesten por esta modalidad del turismo sostenible, que sumen su apoyo y se animen a proteger este recurso natural que es el cielo estrellado.
El cielo como motor económico (y refugio frente a la masificación)Mientras algunos destinos luchan contra la turismofobia o las restricciones por masificación, el turismo de estrellas crece en silencio desde lugares que, hasta hace poco, apenas aparecían en los mapas. Zonas rurales, espacios naturales protegidos y entornos con baja contaminación lumínica se están convirtiendo en referentes de un modelo respetuoso, rentable y auténtico.
A veteranos territorios como La Palma en España, pionera en legislación de protección del cielo y destino astronómico de referencia internacional, Atacama en Chile, Hawaii o Utah en los Estados Unidos, se suman nuevos ejemplos internacionales como la región de Mendoza en Argentina, el destino Cabañeros en España, la región del Coquimbo en Chile, la del Huila en Colombia, el Valle Sagrado de los Incas en Perú, por citar algunos.
Todos ellos crecen sin depredar territorio, fomentando empleo local, alojamientos pequeños y experiencias guiadas que devuelven protagonismo a lo esencial: el cielo y el silencio.
Del impacto global a la experiencia íntimaEl astroturismo no es solo ciencia o fotografía; es emoción, cultura y memoria. En muchos lugares se están recuperando relatos ligados a las constelaciones, tradiciones agrícolas y leyendas locales. Ver la Vía Láctea desde un antiguo camino trashumante o un mirador indígena no es solo observar el universo: es comprender que viajamos también hacia atrás en el tiempo.
Por eso, mirar las estrellas también es hacer turismo. Un turismo que no desgasta, sino que revela. Un turismo que no masifica, que no erosiona, que no expulsa a los habitantes. Un turismo que inspira, educa y emociona.
Crédito: comunidad Mullakas Misminay, Perú La revolución silenciosa del ocio nocturnoMás allá de moda o tendencia, el crecimiento del astroturismo tiene una razón poderosa: responde al cansancio ante un modelo turístico agotado. Frente a los cruceros, las colas y el ruido, el cielo se ha convertido en refugio. Frente a las ciudades saturadas, los pueblos oscuros brillan (literalmente) como nunca.
Y mientras algunos aún piensan que el turismo empieza de día, cada vez más viajeros empacan prismáticos, cámaras o simplemente ganas de apagar el móvil y alzar la vista.
El futuro del turismo podría estar en la oscuridadNo es casual que organismos internacionales estén integrando el cielo como patrimonio natural a proteger, ni que las certificaciones Starlight o Dark Sky se multipliquen en todo el mundo. Tampoco sorprende que los eclipses movilicen reservas con años de antelación o que los destinos rurales vean en las estrellas un recurso económico limpio.
Quizá no publicamos el sábado, pero llegamos a tiempo para recordar lo esencial: el turismo también puede mirar hacia arriba. Y cada vez más viajeros lo están haciendo.