Solsticio de Junio: De los Cultos Solares a la Ciencia y viceversa

Astronomía

Solsticio de Junio: De los Cultos Solares a la Ciencia y viceversa

La mayoría de culturas han considerado el solsticio como un periodo de renovación, como los egipcios, que iniciaban ese día su año.

Se acerca uno de los momentos más mágicos del año, celebrado por todas las culturas desde tiempos inmemoriales, el solsticio de junio. Geográficamente, los solsticios se producen cuando el Sol alcanza su máxima latitud al Norte (+23,26º) o al Sur (-23,26º) con respecto al ecuador terrestre. Este momento llega el día 20 de junio a las 20:51 UTC, marcando el inicio del verano en el hemisferio Norte, e invierno en el Sur.

Desde la Ciencia

En el hemisferio norte, el solsticio de junio es más conocido por ser el día con más horas de luz del año. En este momento el sol alcanza su máxima altura sobre el horizonte, provocando ese calor sofocante e inaugurando la ápoca en la que los telediarios recuerdan la importancia de estar hidratados: el verano. Al sur del ecuador terrestre sucede justo lo contrario, los abrigos y las bebidas calientes marcan el comienzo del invierno.

Si observamos el cielo y atendemos a los cambio que se producen en la posición de los astros, en el solsticio de junio -al igual que en el de diciembre- el sol "se da la vuelta". ¿A qué se refiere esto? Si nos fijamos en la salida del sol cada día del año, veremos que éste no aparece siempre por el mismo punto. En un año, a la salida y la puesta el sol recorre un arco en el horizonte cuyos extremos los marcan los solsticios. La palabra solsticio viene del latín solstitium (sol sistere), que significa "Sol quieto", pues la posición del sol en el horizonte en las fechas cercanas a los solsticios apenas varía durante unos días. El sol "se para". Esto resultaría llamativo para quienes dependían del control de los movimientos de ciertos astros para establecer sistemas de cómputo temporal, y lo usarían como referencia para saber cuándo se producía un cambio estacional.

Pasado el solsticio es cuando el sol "se da la vuelta". Es decir, su posición sobre la línea del horizonte retrocede cada día siguiendo el mismo camino hasta llegar al extremo opuesto: el otro solsticio. En Cáceres, Lisboa o Estambul veríamos como los días previos al 20 de junio el sol amanece en puntos cada vez más al noreste hasta llegar a un punto extremo -el solsticio en cuestión- en el que comienza su viaje de vuelta hacia posiciones más al sur. Y así hasta el solsticio de diciembre, cuando vuelve a dar marcha atrás.

¡Ojo! Todo esto es lo que ve una persona que se encuentra en la Tierra pero la realidad es que ¡el sol no se para! Es el efecto que observamos debido al movimiento de la Tierra en su órbita alrededor del sol.

Crédito: OAN ¿Y antes de la ciencia actual?

Las nuevas estaciones que a lo largo de la historia, y aún en la actualidad, han ido acompañadas de festividades de diversa índole. Se debe a que la mayoría de culturas reconocen el solsticio como un período de renovación.

Por ejemplo, para los egipcios el día del solsticio estaba considerado como el inicio del nuevo año. De hecho, muchas de sus pirámides tienen una clara motivación solar y en concreto con la fecha del solsticio.

Y, curiosamente, al amanecer del solsticio de verano, el Sol sale sobre Heel Stone, el gran bloque de piedra que se encuentra dentro de la avenida de Stonehenge.

Como éstas, existen innumerables obras arquitectónicas y urbanísticas en todo el mundo y pertenecientes a diversidad de períodos históricos que establecieron el solsticio de junio como referencia para su diseño. Y, pese a que vivamos en una era fuertemente tecnologizada en la que controlar las posiciones del sol no es vital, muchas tradiciones que en origen fueron cultos solares no se han perdido sino que se han ido adaptando a las continuas transformaciones culturales que se van sucediendo en la historia.

Cultos solares

Ambos solsticios marcan el comienzo de nuevas estaciones que a lo largo de la historia, y aún en la actualidad, han ido acompañadas de festividades religiosas de diversa índole. ¿Casualidad? En absoluto. Aunque existen numerosas interpretaciones de los solsticios, la mayoría los reconocen como períodos de renovación.

A partir del 20 de junio, en el hemisferio norte los días empiezan a acortarse lentamente, algo que no perturba lo más mínimo nuestro día a día en la actualidad pero que en otros tiempos implicaba una adaptación de las actividades cotidianas a un nuevo ciclo meteorológico. Y para aquellos pueblo que realizaban cultos solares esto suponía ¡la paulatina desaparición del mismísimo dios!. Obviamente la gente no iba a quedarse de brazos cruzados ante tan apocalíptico escenario. ¿Qué podían hacer para convencer a su dios solar de que no se fuera para siempre? Nada nuevo. Rezar y realizar ofrendas.

Sol Invictus (Sol invencible). Dios solar durante el Imperio romano tardío. El emperador Aureliano lo incorporó como culto solar oficial en el año 274 d.C. Créditos: Andrea Rodríguez Antón, Museo Nacional de Beirut, Líbano.

Para ello debían saber con precisión cuándo iba a llevar a cabo nuestra estrella su maquiavélico plan de fuga, en una época en la que un smartphone no avisaba de la hora y la fecha. Además de los calendarios, una herramienta muy recurrente ha sido el diseño de lugares de culto basado en la astronomía. Por ejemplo, a través de la orientación de un edificio con el objetivo de que el día del solsticio se produjera un efecto de luz fascinante que hiciera las veces de manifestación divina del dios en cuestión.

Un caso muy famoso y llamativo es el del santuario megalítico de Stonehenge (Gran Bretaña), donde todavía a día de hoy se reúnen miles de personas para observar atónitas el fenómeno visual que produce la luz del sol naciente en el solsticio de verano. Y no solo eso. Entre los asistentes se concentran neodruidas y otros curiosos personajes que realizan todo tipo de rituales de renovación aprovechando el evento.

Salida del sol del solsticio de junio en Stonehenge, Gran Bretaña. Créditos: Max Alexander, NASA Astronomy Picture of the Day del 21 de junio de 2010.

Aunque la orientación de Stonehenge es muy conocida y llamativa por la antigüedad del conjunto, no hace falta irse muy lejos para encontrar lugares que han sido diseñado o ubicados en el terreno con la intención de observar el sol este día. Un ejemplo lo encontramos en Cartagena (Murcia), la Qart Hadast púnica rebautizada como Carthago Nova por los romanos. Un observador situado en la entrada oriental del santuario púnico-romano de la diosa Atargatis presenciará cómo el sol naciente asciende sobre la ladera del monte Sacro. Según el historiador griego Polibio, este monte estaría vinculado al dios Baal Hammon. Aunque el orígen del culto a Baal es difuso, en el Mediterráneo oriental su muerte y resurrección se vinculaba al solsticio de verano.

El solsticio de verano está también presente en el diseño de numerosas ciudades y edificios de época romana a lo largo y ancho de lo que fue el imperio romano, como en el Panteón en Roma.

Salida del sol en el solsticio de verano ascendiendo la ladera del Monte Sacro vista desde la puerta oriental del santuario púnico-romano de Atargatis, en el cerro del Molinete en Cartagena (Murcia, España). Créditos: Andrés Ros. Ceremonias en el solsticio de junio

En el hemisferio sur, el día del solsticio de verano -nuestro solsticio de invierno en el norte- a día de hoy se siguen celebrando ceremonias en homenaje al dios solar inca Inti en Perú o el Willkakuti en Bolivia, que en aimara significa "la vuelta del sol".

En el caso de Ecuador, el Ministerio de Cultura de ese país informa en su portal web sobre la ceremonia  "El Inty Raymi es en sí el símbolo de la gratitud de los pueblos andinos que ofrecen a la Paccha Mama (madre tierra), por la bondad de haber permitido una buena producción y cosecha de productos tradicionales, la gratitud se celebra con la presencia de música y danza, concentrándose más de un centenar de conjuntos autóctonos".

Para el pueblo mapuche, originario de Argentina y Chile, el solsticio de invierno festeja el We tripantu o Wiñol Tripantu, que significa "la nueva salida del Sol y la Luna". Se celebra cada 20 o 21 de junio y marca el inicio del año nuevo en el calendario lunar mapuche. Una de las partes más destacadas del We tripantu es el encendido de una fogata, representación del fuego sagrado, que se mantiene hasta el mediodía del día siguiente. Con ella se marca el inicio de un nuevo ciclo de germinación de la tierra.

We tripantu, Chile

Resultará muy familiar la fiesta de San Juan en España (y otros países), día en el que el fuego o el agua son los protagonistas y actúan como elementos de renovación. Éste es un claro ejemplo de adaptación de las tradiciones religiosas al transcurso de la historia, en este caso con la cristianización de un culto anterior.

Parece entonces que el solsticio de junio mantiene cierta presencia en las culturas e influye -básicamente por dar pie a una nueva estación- en las actividades que realizamos a lo largo del año. Cuando pensemos en las ganas que tenemos de que llegue el verano, acordémonos también de que en otros tiempos habría personas esperando expectantes la manifestación de una deidad solar o a que la luz del sol iluminara la entrada a un templo para comenzar una ceremonia o un nuevo período agrícola.

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